domingo, 7 de septiembre de 2014

Un marido sin control

La señora, medio dormida en su cama, escucha cuando llega su marido del trabajo y siente como él la acaricia suavemente, casi de manera furtiva, como recorriendo suavemente la periferia de su cuerpo.

Ella siente cómo su cuerpo reacciona inmediatamente a las caricias. El marido toma sus manos y las recoge, mete una de sus manos por su espalda y llega atrevidamente hasta sus redondeces.

En este momento, la señora está que arde, jadeante y deseosa. Entonces, sus piernas son abruptamente levantadas.

La mujer siente que la pasión perdida por años ha regresado y le encanta sentir cómo su hombre apoya sobre ella todo su peso. La enerva sentir en su nuca el aliento calido de su marido.

Ella se prepara, levanta las caderas; separa y flexiona sus piernas y se dispone a ser tomada, cuando de pronto su marido suelta sus piernas, gira sobre sí mismo y se acomoda en su lado de la cama.

La mujer, asombrada y respirando hondamente pregunta: "¿Qué pasó?"

Él responde: "Ya."

"¿Ya qué, grandísimo cabrón?"

"Ya duérmete, mi cielo. Ya encontré el control remoto."



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